La transformación digital es, sin duda, una de las prioridades en la agenda de cualquier líder empresarial. Sin embargo, en la carrera por adoptar la última tecnología, muchas organizaciones tropiezan con un obstáculo inesperado pero fundamental: la cultura interna. El reciente y polémico caso Duolingo es una clase magistral sobre por qué la transformación cultural y digital deben ir de la mano.
A principios de 2024, Duolingo, la popular plataforma de aprendizaje de idiomas, anunció una ambiciosa estrategia “AI First” (la IA primero). El objetivo era claro: escalar operaciones y automatizar la creación de contenido mediante inteligencia artificial. Sin embargo, esta decisión, comunicada junto con despidos de traductores humanos, generó una ola de críticas. Los usuarios y expertos cuestionaron si la calidad pedagógica y el “toque humano” que caracterizaban a la app se estaban sacrificando en el altar de la eficiencia tecnológica.
La reacción adversa fue tan fuerte que el propio CEO de Duolingo, Luis von Ahn, tuvo que admitir el error: “La culpa fue mía. No di suficiente contexto”.
Esta frase resume el núcleo del problema: la implementación de una tecnología disruptiva sin una estrategia de comunicación y cultura organizacional que la respaldara.
El caso Duolingo es el ejemplo perfecto de que la transformación digital es, en realidad, un desafío de gestión del cambio y adaptación cultural. Implementar IA, Big Data o cualquier otra tecnología sin preparar a las personas es como construir un rascacielos sobre cimientos de arena. La tecnología puede convertirse en un factor de riesgo que genera desconfianza y resistencia, en lugar de ser la solución que impulse el crecimiento.
Una cultura sólida, que fomente la seguridad psicológica y el aprendizaje continuo, es el sistema operativo sobre el cual debe correr cualquier software de digitalización.
Para enmendar el rumbo, Duolingo no se deshizo de la IA, sino que la integró de una manera más inteligente y culturalmente aceptada. Implementaron una nueva dinámica llamada “f-r-A-I-days” (un juego de palabras entre viernes e IA), donde los equipos dedican tiempo a explorar herramientas de inteligencia artificial que puedan optimizar su trabajo, no reemplazarlo.
Esta acción cambió el enfoque: la IA dejó de ser una amenaza impuesta desde arriba para convertirse en una herramienta de empoderamiento que los propios colaboradores podían descubrir y aplicar, fomentando una cultura de aprendizaje continuo.
En conclusión, la tecnología es solo el vehículo. La cultura es el conductor que define la dirección y la velocidad. Para lograr una verdadera transformación digital, el primer paso es siempre construir una cultura organizacional sólida, abierta y preparada para el futuro.